El amplificador perfecto, escrupulosamente hablando, no existe. Cualquier modelo, incluso los de más alta gama, presenta en mayor o menor medida una serie de distorsiones que degradan la señal de sonido original. Sus circuitos experimentan diversas alteraciones que afectan a las frecuencias y a las amplitudes.
La calidad y la eficacia de los componentes, así como el diseño y trazado del circuito, influyen de forma decisiva. Esta es la razón que explica, independientemente de la potencia de salida, la existencia de unidades sensiblemente más caras que otras.
A continuación veremos una breve reseña de los diversos tipos de distorsiones existentes y la forma en que deterioran la correcta reproducción.
DE FRECUENCIA:
Si la respuesta en frecuencia del amplificador no es plana (lineal), cierto grupo de ellas serán incrementadas de distinta manera que el resto. Si esto sucede, es decir, si la relación de ganancias no es equitativa para todas, el aparato experimentará un fenómeno denominado “distorsión de frecuencia”. Las causas suelen tener su origen en los elementos capacitivos e inductivos que componen el circuito de amplificación y, como consecuencia, el balance tonal se verá alterado.
DE AMPLITUD:
Aparece cuando la ganancia del amplificador no es idéntica para cada una de las amplitudes presentes en la señal de entrada. En estas situaciones se puede ocasionar un cierto recorte o una amplificación algo desproporcionada, de tal manera que se produce una diferencia de amplificación entre las señales de bajo nivel respecto a las de alto nivel. Conocida también como “distorsión alineal”, tiene dos variantes: armónica y por intermodulación.
Armónica:
Ocurre cuando en la amplificación se crean frecuencias múltiples de las de entrada. Todas ellas, sumadas a la señal original en la etapa de salida, alteran la forma de onda resultante, en mayor o menor medida. Por ejemplo, si una sinusoidal de 1 kHz. es introducida en la entrada de un amplificador, y en la salida se observa la presencia añadida de segundo armónico (2 kHz.), de un tercero (3 kHz.), etc. significa que se está produciendo una distorsión armónica. Este tipo de alteración resulta muy perjudicial en la alta fidelidad, por el deterioro que supone a la señal original.
Aunque se trata de un fenómeno que resulta inevitable, lo cierto es que puede ser reducido de forma sustancial. Su origen es característico de los componentes activos y no existe ninguno capaz de ofrecer una respuesta completamente lineal. Por lo tanto, la realidad es que no existe un amplificador totalmente exento de este tipo de distorsión.
Su medición establece el valor total de este tipo de degradación, conocida también como THD (Total Harmonic Distorsion). Se expresa de una forma porcentual, que representa exactamente el porcentaje de distorsión armónica respecto a la frecuencia fundamental. Por esta razón, cuando menor sea este valor, menor será la cantidad de distorsión armónica presente en la salida del amplificador.
Por intermodulación:
Cuando se introducen dos frecuencias diferentes en la entrada del amplificador, y en la salida surgen otras que no están armónicamente emparentadas con ellas, se aprecia una desagradable distorsión ocasionada por la suma de estas frecuencias parásitas.
Por la general esta distorsión, denominada también IMD, se produce cuando existe una sobrecarga o saturación. Por ello, puede evitarse de manera sencilla haciendo que el amplificador trabaje en su zona más lineal (tanto de entrada como de salida), ajustando adecuadamente los niveles pertinentes. Al igual que sucede con la distorsión armónica, sus valores, que también se expresan en porcentaje, dicen mucho acerca de las cualidades de un amplificador.
DE CRUCE:
La mayoría de los amplificadores convencionales destinados a la reproducción musical de alta fidelidad están constituidos de forma que la señal es amplificada en dos mitades. Las dos partes trabajan de forma complementaria, cada una ocupándose de un semiciclo, de manera tal que una se ocupa del semiciclo positivo y otra del negativo. En la salida, ambas mitades se suman para formar la onda completa. Este tipo de sistema es denominado Push-Pull (contrafase).
La no linealidad en las características de entrada de los transistores provoca una distorsión en el punto de intersección entre ambas fases de la amplificación. Se trata, por lo tanto, de un efecto que no se produce en todos los amplificadores por igual. De hecho, mientras que los sistemas de Clase A no manifiestan este inconveniente, los de Clase B y otras suelen exhibir perturbaciones de este tipo, denominada también “de cruce”.
La polarización de los transistores evita este tipo de problemas y convierten las unidades de Clase B en Clase AB (donde existe una pequeña circulación de corriente continua aún con excitación nula). Pero hay que tener en cuenta que, a cambio de esta importante mejora, se obtiene un rendimiento menor y un consumo de potencia contínuo.
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